El joven Jeff decidió
seguir marchando; esta vez emprende una carrera por las fangosas e inestables
pistas de la política frente a pesos pesados, con experiencia politiquera de
más años que la mismísima edad del marchista.
Pensó que, como en la
marcha olímpica, para ganar la competencia política bastaba con entrenar y
entrenar táctica y técnicamente, por lo que se preparó académicamente
obteniendo ingenierías y maestrías, pero la realidad es que este tipo de
preparación no le ayudará en esta competencia, aquí se necesita otro tipo de “entrenamiento”:
tener una sonrisa amable aunque fingida, un discurso solvente y hasta poético
aunque sin fondo, decir mentiras que
parezcan verdades, mostrarse sereno aunque muera de furia… es decir, colocarse
máscaras, fingir, ser hipócrita, parecer y no ser.
Como si fuera poco, en
nuestro medio, el político de peso, el ganador, el ungido, el príncipe, debe
tener un “lindo nombre” y un apellido “duro”; debe tener “harta plata” y sobre
todo debe ser amigo y codearse con las altas sociedades influyentes, de esos
que con una llamada telefónica ponen y sacan ministros o gobernadores.
Jeff no reúne esas
condiciones por lo tanto esta fuera del privilegiado “circulo político ganador”,
sus colaboradores son un puñado de jóvenes altamente capacitados sí, pero con
muy pocas influencias, no creo que su bolsillo este tan lleno como el de las
élites económicas cuencanas, y proviene de las clases medias, de esas que
venden manzanas y peras en el mercado o de los que venden periódicos en las
esquinas (como es su caso).
Otro factor desfavorable
para el marchista es que la prensa cuencana no está con él, primero porque la
gran mayoría de medios a nivel local y nacional siempre han sido y estado a
favor de las élites; además, Jeff se echó encima a la prensa cuando al ganar la medalla
olímpica literalmente se subió al olimpo, se hizo arrogante y el aura de
campeón lo alejaba de la prensa, unos dicen que porque no estaba acostumbrado, otros
dicen que se resintió porque antes de la medalla la prensa no le “paraba bola”,
sea cual fuere la razón, hoy paga caro este episodio ya que cada vez que sale a
la prensa “la embarra”, sus palabras son sacadas de contexto y termina en
atroces memes que lo ridiculizan y son un terrible obstáculo en su camino al
sillón municipal.
La suerte está echada,
Carrasco será el nuevo alcalde (si se cumplen los pactos) y el joven Jeff habrá
perdido esta competencia, y quedará quemado, carbonizado políticamente diría
yo, sus ideas visionarias de construir una ciudad de futuro a la altura de las
grandes metrópolis del mundo, el ímpetu de refrescar la política, de romper
hegemonías y paradigmas, y que las verdaderas bases sociales, el ciudadano de a
pie, el que viene de abajo lleguen al poder… se habrá desvanecido.
