El
pequeño detalle de llamar a las personas por su nombre, les hace sentir
importantes y valoradas, establece un puente de confianza y vuelve a las
personas más receptivas.
Varias
personas que conozco dejan ver su egolatría, pidiendo y hasta exigiendo que se
los llame por el título: “Dr. Para Ud”, “dígame licenciado”, “soy el Ing…”. En mi criterio muy personal, considero que estas
personas son tan miserables que no han conseguido nada relevante en su vida y
lo único que tienen es un título profesional.
En
lo personal preferiría que el nombre sea quien hable por las personas y no un
simple, Ing. Lic. Dr. Etc., al fin de
cuentas los títulos los puede conseguir cualquier, pero tú nombre, trayectoria
y prestigio es lo único, propio, auténtico de cada persona.
El
nombre es nuestra identidad. La palabra que más nos gusta escuchar es nuestro
propio nombre. Alguien que nos llama por nuestro nombre es recordado con
calidez y empatía, por lo tanto vale la pena memorizarnos los nombres de
nuestros compañeros del aula, del trabajo, del deporte, de la gente con la que
nos relacionamos.
“El nombre de una persona es su letrero al
mundo, su posesión más íntima y distintiva”
dice Maxwell John. El empresario Cale Carnegie decía, “recuerde que para
toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier
idioma”. El presidente Roosevelt, uno de los presidentes más queridos de los
Estados Unidos, recordaba los nombres de
cada uno de los empleados de la Casa Blanca, sus vidas, historias, familias…
Era un hombre con liderazgo a quien hasta sus sirvientes lo adoraban.
El
impulso de hacerse llamar por el título demuestra que la persona sufre de
“titulitis”. La Real Academia de la Lengua Española, define titulitis como:
“Valoración desmesurada de los títulos y certificados de estudios como garantía
de los conocimientos de alguien”. No es
que los títulos no tengan ninguna importancia, de hecho, es el punto de partida
de una carrera o de un cambio profesional, solo que algunas personas sienten
que un papel enmarcado les otorga superioridad y grandeza.
No
es difícil llamar por el nombre a las personas, pongamos en práctica!
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